martes, 20 de septiembre de 2011

El maravilloso Don de la vida humana y su dignidad inalienable

Comunicado: El maravilloso Don de la vida humana y su dignidad inalienable

Escrito por  CEM
“Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6-14)

A todos los Fieles Católicos y a las personas de buena voluntad que aman a México.

Jesucristo, el hijo de Dios y salvador de todos los hombres, con su encarnación revela al ser humano su verdad más profunda, la altísima dignidad de cada persona y el sentido de su auténtico desarrollo. Los Obispos de México reunidos en Monterrey para participar en nuestra semana de formación permanente, hemos orado por la paz en nuestra Patria, y especialmente por esta Ciudad, teniendo presente las víctimas inocentes del crimen organizado, y pidiendo a Dios por el consuelo a sus familiares y amigos.

Durante estos días hemos reflexionado sobre los desafíos que el desarrollo actual de las ciencias biológicas y sociales plantea para el bienestar auténtico del ser humano. Hemos identificado las distintas corrientes de los cultores de la bioética en las que, a pesar de referirse a la dignidad humana, en nombre de una bioética pragmática, liberal o utilitarista justifican acciones que atentan contra el ser humano. Conscientes de que la ciencia y la tecnología bien orientadas siempre estarán al servicio del hombre, hemos confirmado la necesidad de acompañar su desarrollo con la oportuna orientación ética, dando gracias a Dios por quienes, día a día, se esfuerzan profesionalmente por curar, acompañar y consolar a quienes están  aquejados por alguna enfermedad,  limitación física o psicológica.

Hemos reflexionado también en la vocación al amor de todo ser humano y en la verdad de la sexualidad humana, que no puede prescindir de la determinación sexual masculina o femenina que se encuentra inscrita en su naturaleza a nivel genético, fisiológico, morfológico, afectivo y psíquico, hoy cuestionada por algunas teorías de género. Esto ha confirmado la necesidad de intensificar nuestro servicio pastoral a las familias y a los jóvenes, esforzándonos por ayudar a los padres de familia para que proporcionen una autentica educación sexual que integre los dinamismos humanos para vivir el amor  y la madurez que supone el sincero don de sí mismo.

Valoramos la noble vocación de los esposos para participar en la procreación responsable de nuevos seres humanos, respetando su dignidad inalienable. Reivindicamos que de acuerdo al plan de Dios, los hijos son un verdadero don y nunca un derecho individual de nadie. Por lo mismo, los hijos han de ser acogidos, respetando la verdad del acto conyugal, a la vez unitivo y procreativo, evitando cualquier medio que lo falsifique, cegando las fuentes de la fecundidad y dañando la unidad de los esposos.

De acuerdo con la altísima dignidad de la persona que es llamada a la existencia, no se puede tolerar su supresión mediante las diversas técnicas abortivas: ¡nunca podrá ser licita la supresión de las vidas inocentes de seres humanos!, aunque ésta se lleve a cabo en períodos iniciales de su desarrollo, de lo contrario no nos extrañe las múltiples expresiones de violencia en los diferentes campos y etapas de la vida de las personas y de la sociedad. Reiteramos que una injusticia no puede ser subsanada jamás con otra injusticia, por lo que el aborto no es nunca una solución. Queremos acompañar a las mujeres que se encuentran enfrentando un embarazo difícil para acoger el don de la maternidad.

Dado que el hijo es un don, y nunca un derecho de nadie, tiene una dignidad personal única e irrepetible. Las ayudas técnicas a la procreación deben respetar siempre esta verdad, evitando sustituir la lógica del amor por la lógica de la producción. Conscientes del dolor que supone la infertilidad y la esterilidad, alentamos los esfuerzos de quienes trabajan para superarla, buscando terapias adecuadas y respetuosas del valor de la vida humana. Insistimos en la necesidad de facilitar la posibilidad de la adopción, estando atentos a que ésta ocurra teniendo cuidado del bien superior del niño que pide existan las garantías necesarias para su desarrollo. Aprovechamos esta ocasión para manifestar nuestra cercanía y solidaridad a los esposos que sufren a causa de la imposibilidad de procrear.

Por último, hemos reflexionado sobre los desafíos ligados al final de la vida. La eutanasia, y la obstinación terapéutica no son una solución. A este respecto hemos identificado como única respuesta adecuada los cuidados paliativos, que den al enfermo terminal la calidad de vida. El final de la vida deseable es el que respeta la auténtica dignidad humana, rodeando al enfermo terminal de amor y cuidados necesarios para aliviar sus dolores, proporcionándole el sostén vital para que termine de manera natural su existencia en este mundo.

Jesucristo el Señor, es el Camino, la Verdad y la Vida. Él se ha unido a todo hombre que viene a este mundo y le revela su altísima dignidad y lo acompaña en su itinerario vital. Él, evangelio del amor del Padre, nos asista para que miremos en cada ser humano su rostro, respetemos su vida y la cuidemos para que alcance su desarrollo verdadero.

Así mismo, nos encomendamos a Santa María de Guadalupe, Madre del Amor, y a la intercesión del Beato Juan Pablo II, cuyas reliquias recorren nuestro País, recordando las enseñanzas tan firmes de su Pontificado, acerca de la dignidad humana y su derecho fundamental a la vida.

Monterrey, N.L., 9 de septiembre de 2011.

Por los Obispos de México.


+ Carlos Aguiar Retes
Arzobispo de Tlalnepantla
Presidente de la CEM
+ Víctor René Rodríguez Gómez
Obispo Auxiliar de Texcoco
Secretario General de la CEM



http://www.cem.org.mx/index.php/component/k2/item/615


viernes, 26 de agosto de 2011


Entrada a Basilica de los hermanos de Diócesis Foraneas que recibieron su Crucifijo el 30 de Julio 2011 

Calusura General Ciclo 2010-2011


Panorama del atrio de Basilica de Guadalupe, en la Clausura General ciclo 2010-2011

viernes, 12 de agosto de 2011

39º aniversario del Equipo Laico al Servicio de la Pastoral


Homilía del Emmo. Sr. Cardenal D. Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México, en el 39º aniversario del Equipo Laico al Servicio de la Pastoral (24 de julio 2011).  

Muy queridos hermanos y hermanas, fieles laicos de Cristo Jesús, quiero agradecer de todo corazón el trabajo que Escuela de Pastoral en cada uno de ustedes realiza en nuestra Arquidiócesis, su testimonio y su acción evangelizadora  en cada una de nuestras parroquias es indispensable. 

Muy queridos hermanos, sacerdotes, la escena de la primera lectura está dominada por el modelo ideal del hombre sabio, modelo que Jesús propondrá, sobre todo en dos de las Parábolas que acabamos de escuchar.

Salomón es el tipo ideal del hombre sabio, del gobernante sabio; no pidió riquezas, no pidió ejércitos, sino pidió sabiduría para que Dios le concediera gobernar bien a su pueblo; la sabiduría de corazón, ciertamente tiene el aspecto moral, para distinguir entre el bien y el mal, pero va mucho más allá: la sabiduría abarca todos los aspectos de la vida hasta tal punto que se puede decir que no es tener un conocimiento enciclopédico, sino encontrarle sentido a la propia vida. Sólo el que tiene la Sabiduría de Dios puede explicar todo aquello que le sucede. El saber discernir y juzgar, para poder elegir los verdaderos valores esenciales de la vida, deben ser la característica del discípulo, del misionero de Jesús. Este es el mensaje de las dos mini parábolas que hoy acabamos de escuchar: El tesoro perdido y la perla preciosa evocan en la imaginación popular algo fabuloso, de valor inestimable, para obtenerlos es necesario decidirse a vender, a dejar todo cuanto se tiene para poseer aquel tesoro, para comprar aquella perla preciosa. La Sabiduría que Jesús propone consiste en descubrir y decidirse  por el reino de Dios que Él viene anunciando, es más, la verdadera Sabiduría es Cristo Jesús, y Él se propone como el verdadero Camino, cómo la Verdad, cómo la Vida, el que lo descubre y se decide a vivirlo, habrá encontrado un verdadero tesoro, habrá, sí, dejado todo, pero habrá comprado la perla preciosa, que llenará su vida de alegría, de paz, de esperanza. 

Yo se que para la mayoría de ustedes la Palabra de Dios es alimento no de cada domingo sino de todos los días, y no es un alimento sólo para ustedes sino que saben compartir esa Palabra de Dios con toda su familia, con sus vecinos, y que cada día crece más el número de miembros de Escuela de Pastoral, que se reúnen, si, cada ocho días, pero a diario saben que tienen en su vida la Palabra de Dios; tienen al mismo Cristo en su existencia quien es el que les va dando sentido a todo lo que hacen. Llama la atención que en las dos parábolas el tesoro está oculto, en el primer caso en el campo, en el segundo, la perla está con muchas otras joyas, así es el Reino. El Reino de Dios se nos presenta en medio de mil propuestas. Entonces poco a poco, ustedes con esa Sabiduría que el Señor les concede van descubriendo los valores verdaderos que sostienen su persona, su familia; que les abre puertas de esperanza en su trabajo; ese tesoro, sí, está escondido porque se presenta en medio de una gran confusión para muchos de ustedes, porque han tenido experiencias amargas, pero saben muy bien dónde encontrar la Palabra de Dios, saben dónde encontrar la Eucaristía, saben dónde encontrar a Jesús en su sagrario, y allí, de rodillas, encuentran la verdadera iluminación, la verdadera Luz, el verdadero Camino, el verdadero Pan que nos sostiene. La Fe, la Sabiduría, el Reino, son verdaderos tesoros, valen más que cualquier otra cosa; vale la pena venderlo todo y encontrar aquello. 

El próximo domingo también es una fecha importante, se cumplen nueve años que su santidad Juan Pablo II vino para canonizar al beato Juan Diego. Juan Diego un día le pidió al Obispo Zumárraga el honor de poder dedicarse por completo al servicio de “su muchachita”, obteniendo el permiso y como dijo Jesucristo, lo dejó todo. Él tenía terrenos, casas y todo lo dejó y se vino a vivir a la pequeña ermita y allí evangelizaba día tras día, y muchos acudían a él para que por medio de él, la Señora del Cielo les concediera buenas cosechas, les concediera buen temporal; él se puso como intercesor y él oraba continuamente por todas aquellas personas que se acercaban a la ermita, pero siempre a todos les comentaba cómo había sucedido, que es lo que había cambiado su vida, porque él continuaba estudiando el catecismo. En su vida se había realizado un encuentro maravilloso con la Señora del Cielo y a través de la Señora del Cielo encontró a Jesucristo, nuestro Señor, y para él, esa fue la verdadera Sabiduría, y continuamente propagada por todas partes, sobre todo allí en la ermita, aquello que el Señor había hecho en su vida. San Juan Diego continuamente intercede por nosotros, todos podemos acudir a él para pedir eso que él encontró, la verdadera Sabiduría que es Cristo Jesús, a través de nuestra Madre Santísima, la Virgen de Guadalupe. 

lunes, 25 de julio de 2011

3ER RETIRO: EL "MANDATO" DE LA IGLESIA EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO


TEMA PARA UN RETIRO # 76
«ECCLESIAM SUAM»
(Extracto)

DEL SUMO PONTÍFICE PABLO VI
EL "MANDATO" DE LA IGLESIA EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO

Venerables hermanos y queridos hijos:
1. Jesucristo fundó su Iglesia para que fuese madre amorosa de todos los hombres y dispensadora de salvación, y los que se han interesado por la gloria de Dios y por la salvación de los hombres le han dado muestras de amor.

TAREA DE LA IGLESIA
3. Es la hora en que la Iglesia debe profundizar en la conciencia de sí misma, debe meditar sobre el misterio que le es propio, explorar, para propia instrucción y edificación, la doctrina que le es bien conocida, acerca de su propio origen, de su propia naturaleza, de su propia misión, de su propio destino final.
De esta iluminada conciencia brota un espontáneo deseo de comparar la imagen ideal de la Iglesia —tal como Cristo la vio, la quiso y la amó como Esposa santa e inmaculada— y el rostro real que la Iglesia presenta; fiel, a la gracia divina, a las líneas que su Fundador le imprimió, que el Espíritu Santo vivificó. Por otra parte, a la humanidad que iba ella evangelizando e incorporando; jamás suficientemente perfecto, jamás suficientemente bello, jamás suficientemente santo y luminoso como lo quería su divino Animador. Brota, así, un anhelo generoso y casi impaciente de renovación, de enmienda de los defectos a modo de examen interior frente al modelo que Cristo nos dejó de sí. Es deber de la Iglesia el corregir los defectos de sus miembros y hacerles tender a mayor perfección con el método mejor para llegar con prudencia a tan gran renovación.

CONSTANTE E ILIMITADO CELO POR LA PAZ
5. La Iglesia tiene la obligación de ahondar en la conciencia del tesoro de verdad del que es heredera y depositaria y en la misión que ella debe cumplir en el mundo. La Iglesia debe reflexionar sobre sí misma para confirmarse en la ciencia de los planes de Dios sobre ella, para volver a encontrar mayor luz, nueva energía y mejor gozo en el cumplimiento de su propia misión.

VIVIR LA PROPIA VOCACIÓN
8. Debe aprender a conocerse mejor a sí misma, si quiere vivir su propia vocación y ofrecer al mundo su mensaje de fraternidad y salvación. Tiene necesidad de experimentar a Cristo en sí misma. La Iglesia está inmersa en la humanidad, forma parte de ella. Todo ello, como las olas del mar, envuelve y sacude a la Iglesia misma; los espíritus de los hombres que a ella se confían están fuertemente influidos por el clima del mundo temporal; de tal manera que un peligro como de vértigo, de aturdimiento, de extravío, puede sacudir su misma solidez e inducir a muchos a aceptar los más extraños pensamientos, como si la Iglesia tuviera que renegar de sí misma y abrazar novísimas e impensadas formas de  vida. Ahora bien; creemos que para inmunizarse contra tal peligro, el remedio bueno es el profundizar en la conciencia de la Iglesia sobre lo que ella es verdaderamente, según la mente de Cristo conservada en la Escritura y en la Tradición, e interpretada y desarrollada por la genuina enseñanza eclesiástica.

LA VID Y LOS SARMIENTOS
12. El primer fruto de la conciencia profundizada de la Iglesia sobre sí misma es el renovado descubrimiento de su vital relación con Cristo.
En la encíclica Mystici Corporis (leemos): Es menester que nos acostumbremos a ver en la Iglesia al mismo Cristo. Porque Cristo es quien vive en su Iglesia, quien por medio de ella enseña, gobierna y confiere la santidad”.
Tenemos ante nuestra mente la riquísima doctrina de San Pablo, que no cesa de recordarnos: Vosotros sois uno en Cristo Jesús”; baste recordar entre los maestros a San Agustín: alegrémonos y demos gracias, porque hemos sido hechos no sólo cristianos, sino Cristo. ¿Entendéis hermanos, del favor que Dios nos ha hecho? admiraos, gozaos, hemos sido hechos Cristo. Pues si Él es Cabeza, nosotros somos sus miembros; el hombre total Él y nosotros... la plenitud, pues, de Cristo, la Cabeza y los miembros”.

LA IGLESIA ES MISTERIO
13. La presencia de Cristo, más aún, su misma vida se hará operante en cada una de las almas y en el conjunto del Cuerpo Místico.
La comunidad de los creyentes halla la íntima certeza en su participación en el Cuerpo Místico de Cristo y cuando se da cuenta que mediante este bendito canal Cristo difunde en sus místicos miembros las admirables comunicaciones de su verdad y de su gracia, y da a su Cuerpo Místico, su visible estructura, su noble unidad, su orgánica funcionalidad, su armónica variedad y su belleza espiritual.

 PEDAGOGÍA DEL BAUTIZADO
13 b. La Iglesia  siempre está en vías de santificación; es contemplativa y activa, —con una espiritualidad, alimentada por la piadosa lectura de la Sagrada Escritura, de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia, y con cuanto contribuye a suscitar en ella esa conciencia: La catequesis cuidadosa y sistemática; la sagrada liturgia, la meditación silenciosa y ardiente de las verdades divinas; la entrega generosa a la oración contemplativa. La vida interior sigue siendo el gran manantial de la espiritualidad de la Iglesia, su manera de recibir las irradiaciones del Espíritu Santo, expresión radical de su actividad religiosa y social e inviolable defensa y renaciente energía de su difícil contacto con el mundo profano.
(El cristiano) debe tener conciencia (por el santo bautismo) del valor de su elevación, más aún, de su regeneración a la felicísima realidad de hijo adoptivo de Dios, a la dignidad de hermano de Cristo;  a la gracia y al gozo de la inhabitación del Espíritu Santo, a la vocación de una vida nueva, debe ser considerado por él —como lo fue por los cristianos antiguos— una iluminación que, haciendo caer sobre él el vivificante rayo de la verdad divina, le abre el cielo, le esclarece la vida terrenal, le capacita a caminar como hijo de la luz hacia la visión de Dios.

14. Nos embarga, el deseo de que la Iglesia sea como Cristo la quiere, una, santa, enteramente consagrada a la perfección a la cual Él la ha llamado y la ha preparado. Perfecta en su concepción ideal, en el pensamiento divino, la Iglesia debe tender a la perfección en su expresión real, en su existencia terrenal.
El ansia de conocer los caminos de Dios debe ser continua en la Iglesia, no para elaborar nuevas teorías cuanto para despertar nuevas energías, encaminadas hacia la santidad que Cristo nos enseñó y que con su ejemplo, con su palabra, con su escuela, nos hace posible conocerla, desearla y aun conseguirla.

PERFECCIONAMIENTO DE LOS CRISTIANOS
15. En los pastores y en los fieles se despierta el deseo de conservar y acrecentar en la vida cristiana su carácter de autenticidad sobrenatural que ayude a los débiles para ser buenos, a los buenos para ser mejores, a los mejores para ser generosos y a los generosos para hacerse santos. Descubre nuevas expresiones de santidad, excita al amor a que se haga fecundo, provoca nuevos impulsos de virtud y de heroísmo cristiano.

SENTIDO DE LA "REFORMA"
17. Tenemos por suma gracia pertenecer a la Iglesia y que de ella suba a nuestra alma el testimonio de que somos hijos de Dios. ¡Oh, no es orgullo, no es presunción, no es obstinación, no es locura, sino luminosa certeza y gozosa convicción la que tenemos de haber sido constituidos miembros vivos y genuinos del Cuerpo de Cristo, de ser auténticos herederos del Evangelio de Cristo, de ser directamente continuadores de los Apóstoles, de poseer el gran patrimonio de verdades y costumbres que caracterizan a la Iglesia católica, tal cual hoy es, la herencia intacta y viva de la primitiva tradición apostólica.
Si esto constituye nuestro blasón, o mejor, el motivo por el cual debemos dar gracias a Dios siempre, constituye también nuestra responsabilidad ante Dios mismo, a quien debemos dar cuenta de tan gran beneficio; ante la Iglesia, a quien debemos infundir con la certeza el deseo y el propósito de conservar el tesoro, y ante los Hermanos todavía separados de nosotros, y ante el mundo entero, a fin de que todos vengan a compartir con nosotros el don de Dios.
De modo que si puede hablarse de reforma, no se debe entender cambio, sino  confirmación en el empeño de conservar la fisonomía que Cristo ha dado a su Iglesia. No nos ilusione el deseo de renovar la estructura de la Iglesia por vía carismática, con ideas particulares, introduciendo así arbitrarios sueños de artificiosas renovaciones en el diseño constitutivo de la Iglesia. Hemos de servir a la Iglesia, tal como es, debemos amarla con sentido inteligente de la historia y buscando humildemente la voluntad de Dios, que asiste y guía a la Iglesia.

NO INMOVILIDAD, SINO "AGGIORNAMENTO"
19. Esto no significa que pretendamos creer que la perfección consista en la inmovilidad de las formas, de que la Iglesia se ha revestido a lo largo de los siglos; ni tampoco en que se haga refractaria a la adopción de formas hoy comunes y aceptables de las costumbres y de la índole de nuestro tiempo.

OBEDIENCIA, ENERGÍAS MORALES, SACRIFICIO
20. La Iglesia volverá a hallar su renaciente juventud, no tanto cambiando sus leyes exteriores cuanto poniendo interiormente su espíritu en actitud de obedecer a Cristo, de guardar las leyes que ella, en el intento de seguir el camino de Cristo, se prescribe a sí misma. He ahí el secreto de su renovación, esa es su metanoia, ese su ejercicio de perfección. La vida cristiana, que la Iglesia va interpretando y codificando en prudentes disposiciones, exigirá siempre fidelidad, empeño, mortificación y sacrificio; estará marcada por el "camino estrecho" del que nos habla nuestro Señor; exigirá de nosotros, cristianos modernos, no menores sino quizá mayores energías morales que a los cristianos de ayer.
No es la conformidad al espíritu del mundo, ni la inmunidad a la disciplina de una razonable ascética, ni la indiferencia hacia las libres costumbres de nuestro tiempo, ni la apatía respecto a las formas contradictorias del pensamiento moderno las que pueden dar vigor a la Iglesia; las que pueden hacerla idónea para recibir el influjo de los dones del Espíritu Santo; darle la autenticidad en el seguir a nuestro Señor; conferirle el ansia de la caridad hacia los hermanos y la capacidad de comunicar su mensaje de salvación, sino su actitud de vivir según la gracia divina, su fidelidad al Evangelio del Señor, su cohesión jerárquica y comunitaria. El cristiano no es flojo y cobarde, sino fuerte y fiel.

CULTO A MARÍA
23. María, modelo de la perfección cristiana, espejo de las virtudes sinceras,  maravilla de la humanidad. De ella quisimos derivar la enseñanza de la autenticidad cristiana, la regeneración espiritual y moral de la vida de la Iglesia.
Si la Iglesia logra cada vez más clara conciencia de sí, y trata de adaptarse a aquel modelo que Cristo le propone, es necesario que la Iglesia se diferencie profundamente del ambiente humano en el cual vive y al cual se aproxima.
Muy oportuno será que también el cristiano de hoy tenga siempre presente esta su original y admirable forma de vida, que lo sostenga en el gozo de su dignidad y lo inmunice del contagio de la humana miseria circundante o de la seducción del esplendor humano que igualmente le rodea.

VIVIR EN EL MUNDO, PERO NO DEL MUNDO
25. San Pablo educaba a los cristianos de la primera generación: No os juntéis bajo un mismo yugo con los infieles. Porque ¿qué participación hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Qué comunión entre la luz y las tinieblas?... O ¿qué asociación del creyente con el infiel?”. 
Pero no es separación, no es indiferencia, no es desprecio. Si la Iglesia se distingue de la humanidad, no se opone a ella, antes bien se le une. Como el médico que conoce las insidias de una pestilencia procura guardarse así y a los otros de tal infección, al mismo tiempo se consagra a la curación de los que han sido atacados, así la Iglesia no hace de la misericordia —que la divina bondad le ha concedido— un privilegio exclusivo, no hace de la propia fortuna un motivo para desinteresarse de quien no la ha conseguido.

MISIÓN QUE CUMPLIR, ANUNCIO QUE DIFUNDIR
26. Si verdaderamente la Iglesia tiene conciencia de lo que el Señor quiere que ella sea, surge en ella una singular plenitud y una necesidad de efusión, con la clara advertencia de su misión que la trasciende y de un anuncio que debe difundir. Es el deber de la evangelización. Es el mandato misionero. Es el ministerio apostólico. Hemos de guardar el tesoro de verdad y de gracia que la tradición cristiana nos ha legado en herencia; más aún: tenemos que defenderlo. “Guarda el depósito, amonesta San Pablo. Pero ni la custodia, ni la defensa rellenan todo el deber de la Iglesia respecto a los dones que posee. El deber congénito al patrimonio recibido de Cristo es la difusión, es el ofrecimiento, es el anuncio, bien lo sabemos: “Id, pues, enseñad a todas las gentes” es el supremo mandato de Cristo a sus Apóstoles.

EL "DIÁLOGO"
27. La Iglesia debe dialogar con el mundo en que le toca vivir. La Iglesia se hace palabra; la Iglesia se hace mensaje, la Iglesia se hace coloquio. Anteponemos algunas consideraciones para que sean más claros los motivos que mueven a la Iglesia al diálogo, más claros los métodos que se deben seguir y más claros los objetivos que se han de alcanzar. Antes de convertirlo, más aún, para convertirlo, el mundo necesita que nos acerquemos a él y que le hablemos.

COLOQUIO DE LA SALVACIÓN
29. El diálogo de la salvación nació de la caridad y de la bondad divina, fue abierto espontáneamente por iniciativa divina: “Él nos amó el primero. “De tal manera amó Dios al mundo que le dio su Hijo unigénito; nos corresponderá a nosotros tomar la iniciativa para extender a los hombres el mismo diálogo, sin esperar a ser llamados.
No otra cosa que un ferviente y desinteresado amor deberá impulsar el nuestro que también ha de ser sin límites y sin cálculos.
No por ello nuestro diálogo diferirá para mañana lo que puede hacer hoy; debe tener el ansia de la hora oportuna y el sentido del valor del tiempo. Hoy, es decir, cada día, debe volver a empezar.

CLARIDAD, MANSEDUMBRE, CONFIANZA, PRUDENCIA
31. El coloquio es un modo de ejercitar la misión apostólica; es un arte de comunicación espiritual. Sus caracteres son los siguientes: 1) La claridad ante todo, es  invitación a las facultades superiores del hombre; 2) la afabilidad, la que Cristo nos exhortó a aprender de Él mismo: “Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón; el diálogo no es orgulloso, no es hiriente, no es ofensivo. Su autoridad es intrínseca por la verdad que expone, por la caridad que difunde, por el ejemplo que propone, no es una imposición. 3) La confianza, tanto en el valor de la propia palabra como en la disposición para acogerla por parte del interlocutor; entrelaza los espíritus por una mutua adhesión a un Bien, que excluye todo fin egoístico. 4) Finalmente, la prudencia pedagógica, que tiene muy en cuenta las condiciones psicológicas y morales del que oye: si es un niño, si es una persona ruda, si no está preparada, si es desconfiada, hostil; y si se esfuerza por conocer su sensibilidad y por adaptarse razonablemente y modificar las formas de la propia presentación para no serle molesto e incomprensible.

SALVAR LA INTEGRIDAD DE LA VERDAD
33. Hace falta, aun antes de hablar, escuchar la voz, más aún, el corazón del hombre, comprenderlo y respetarlo en la medida de lo posible y, donde lo merezca, secundarlo. Hace falta hacerse hermanos de los hombres en el mismo hecho con el que queremos ser sus pastores, padres y maestros. El clima del diálogo es el servicio. Hemos de recordar todo esto y esforzarnos por practicarlo según el ejemplo y el precepto que Cristo nos dejó.
Pero subsiste el peligro. El arte del apostolado es arriesgado. La solicitud por acercarse a los hermanos no debe traducirse en una atenuación o en una disminución de la verdad. Nuestro diálogo no puede ser una debilidad frente al deber con nuestra fe. Y sólo el que vive con plenitud la vocación cristiana puede estar inmunizado contra el contagio de los errores con los que se pone en contacto.

INSUSTITUIBLE SUPREMACÍA DE LA PREDICACIÓN
34. Debemos pedir al Señor el carisma de la palabra, para ser dignos de dar a la fe su principio eficaz y práctico, y de hacer llegar nuestro mensaje hasta los confines de la tierra. Que la catequesis al pueblo cristiano y a cuantos sea posible ofrecerla resulte siempre práctica en el lenguaje y experta en el método, asidua en el ejercicio, avalada por el testimonio de verdaderas virtudes, ávida de progresar y de llevar a los oyentes a la seguridad de la fe, y a los albores del Dios vivo.

¿CON QUIÉNES DIALOGAR?
35. La Iglesia no ignora la gravísima responsabilidad de su misión; conoce la desproporción que señalan las estadísticas entre lo que ella es y la población de la tierra; conoce los límites de sus fuerzas, conoce sus propias debilidades humanas, sus fallas, sabe también que la buena acogida del Evangelio no depende, en fin de cuentas de algún esfuerzo apostólico suyo o de alguna favorable circunstancia de orden temporal: La Iglesia sabe que es semilla, que es fermento, que es sal y luz del mundo. La Iglesia comprende bien la asombrosa novedad del tiempo moderno; y dice a los hombres: “Yo tengo lo que vais buscando, lo que os falta”. Palabras cuyo secreto conoce la Iglesia, puesto que Cristo se lo ha confiado. Por eso la Iglesia tiene un mensaje para cada categoría de personas: lo tiene para los niños, lo tiene para la juventud, para los hombres científicos e intelectuales, para el mundo del trabajo y para las clases sociales, para los artistas, para los políticos y gobernantes, lo tiene especialmente para lo pobres, para los desheredados, para los que sufren, incluso para los que mueren. Para todos.

LOS CRISTIANOS, HERMANOS SEPARADOS
41. La Iglesia católica ha tomado la iniciativa de volver a reconstruir el único redil de Cristo, no dejará de seguir adelante con toda paciencia y miramiento; no dejará de mostrar las prerrogativas, que mantienen aún separados de ella a los Hermanos. La Iglesia católica no dejará de hacerse idónea y merecedora, por la oración y por la penitencia, de la deseada reconciliación.
Un pensamiento nos aflige, y es el ver cómo precisamente Nos, promotores de tal reconciliación, somos considerados por muchos Hermanos separados como el obstáculo principal que se opone a ella, a causa del primado de honor y de jurisdicción que Cristo confirió al apóstol Pedro. Hay quienes sostienen que si se suprimiese el primado del Papa la unificación de las Iglesias separadas con la Iglesia católica sería más fácil. Queremos suplicar a los Hermanos separados que consideren la inconsistencia de esa hipótesis, y no sólo porque sin el Papa la Iglesia católica ya no sería tal, sino porque faltando en la Iglesia de Cristo el oficio pastoral supremo, eficaz y decisivo de Pedro, la unidad ya no existiría, y en vano se intentaría reconstruirla luego con criterios sustitutivos del auténtico establecido por el mismo Cristo: “Se formarían tantos cismas en la Iglesia cuantos sacerdotes”, escribe acertadamente San Jerónimo.

CARIDAD, OBEDIENCIA
44. La autoridad de la Iglesia es institución del mismo Cristo; más aún: le representa a Él, es el vehículo autorizado de su palabra, es un reflejo de su caridad pastoral; de modo que la obediencia arranca de motivos de fe, se convierte en escuela de humildad evangélica; hace participar al obediente de la sabiduría, de la unidad, de la edificación y de la caridad, que sostienen al cuerpo eclesial, y confiere a quien la impone y a quien se ajusta a ella el mérito de la imitación de Cristo que se hizo obediente hasta la muerte.
El espíritu de independencia, de crítica, de rebelión, no va de acuerdo con la caridad animadora de la solidaridad, de la concordia, de la paz en la Iglesia, y transforma fácilmente el diálogo en discusión, en altercado, en disidencia.

HOY, MÁS QUE NUNCA, VIVE LA IGLESIA
46. Alegres y confortados nos sentimos al observar cómo ese diálogo tanto en lo interior como al exterior de la Iglesia ya está en movimiento: ¡La Iglesia vive hoy más que nunca! Pero considerándolo bien, parece como si todo estuviera aún por empezar; comienza hoy el trabajo y no acaba nunca. Este es el deber habitual de nuestro ministerio, al que hoy todo impulsa para que se haga nuevo, vigilante e intenso.
Celebrando así la unidad de Cristo entre nosotros, os enviamos con esta nuestra primera Carta, in nomine Domini, nuestra fraterna y paterna Bendición Apostólica.
Dado en Roma, junto a San Pedro, en la fiesta de la Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo, 6 de agosto del año 1964. 

TEMAS DE CARTELES

1. El cristiano debe tener conciencia del valor de su elevación.
Cada hijo de la Iha recibido la regeneración a la felicísima realidad de hijo adoptivo de Dios, a la dignidad de hermano de Cristo; a la gracia y al gozo de la inhabitación del Espíritu Santo, a la vocación de una vida nueva, debe ser considerado por él —como lo fue por los cristianos antiguos— una iluminación que, haciendo caer sobre él el vivificante rayo de la verdad divina, le abre el cielo, le esclarece la vida terrenal, le capacita a caminar como hijo de la luz hacia la visión de Dios.


2. Mientras más nos acercamos a la figura del Buen Pastor alcanzamos más la conciencia de lo que somos.
El ansia de conocer los caminos de Dios debe ser continua en la Iglesia, no para elaborar nuevas teorías cuanto para despertar nuevas energías, encaminadas hacia la santidad que Cristo nos enseñó y que con su ejemplo, con su palabra, con su escuela, nos hace posible conocerla, desearla y aun conseguirla.


3. La Iglesia Católica es Unidad, porque su Fundador es Unidad; es Autoridad, porque lo representa a Él.
La Iglesia católica ha tomado la iniciativa de volver a reconstruir el único redil de Cristo, no dejará de seguir adelante con toda paciencia y miramiento; no dejará de mostrar las prerrogativas, que mantienen aún separados de ella a los Hermanos. La Iglesia católica no dejará de hacerse idónea y merecedora, por la oración y por la penitencia, de la deseada reconciliación. La autoridad de la Iglesia es institución del mismo Cristo; más aún: le representa a Él, es el vehículo autorizado de su palabra.

Cuestionario—guía
Primer tiempo

1. Estos cuatro conceptos sobre la Iglesia (su propio) Origen; Naturaleza; Misión; Destino final, definen lo que es ella. Explica cada concepto pero ahora sobre nuestra Obra, con la conciencia que debe profundizar y meditar lo que es en sí misma. 
2. El que conoce y vive la Iglesia; el que conoce y vive nuestra Obra, “no se cansa”, su entusiasmo “no decae” ¿Por qué se da esto? 
3. El clima del mundo con su fascinación que atrae, que propone y que como olas del mar, fuertes y constantes, llega (a veces) a sacudir la solidez de la Iglesia. Anota un ejemplo de ello en la Iglesia y otro en el ELSP. 
4. “Abrazar novísimas e impensadas formas de vida” (muy diferente al cambio que es necesario) ¿Por qué sucede esto? Y que consecuencias positivas y/o negativas encontramos? 
5.“Según la mente de Cristo”, explica esto para nuestra Obra. Si la espiritualidad para la Iglesia está incluida en la Sagrada Escritura, en la Tradición y en el Magisterio. ¿Además de estos cuales otros encontramos para nuestra Obra? 
6. Su Espiritualidad y los auxilios mencionadas en la pregunta anterior, más la catequesis cuidadosa y sistemática; la sagrada liturgia; la meditación silenciosa y ardiente de las verdades divinas; la entrega generosa a la oración contemplativa ayudan a la Iglesia para que en su camino de santificación sea contemplativa y activa ¿Podrías mencionar para lo mismo lo que nos ofrece nuestra Obra para cada uno de nosotros? 
7. Si la vida interior es el gran manantial de espiritualidad para la Iglesia, y por ende también para nuestra Obra, menciona un ejemplo de ello. 
8. “Renovar la estructura de la iglesia por vía carismática”, es decir, renovarla en lo que la hace ser lo que es. El don y el carisma infundido por el Espíritu Santo, por ideas particulares. ¿La E. de P y ELSP tienen también riesgo de eso? 
9. AGGIORNAMENTO: Palabra italiana que significa “poner alguna cosa al día”. En el caso de la Iglesia significa también estar abierta para rejuvenecerla y santificarla. El Aggiornamento fue uno de los tres objetivos principales del Concilio Vaticano junto con el Ecumenismo y el Apostolado. Y es que la Iglesia debe estar abierta, pero también debe cuidar la fisonomía que Cristo, nuestro Señor le imprimió ¿Por qué S.S. Paulo VI menciona la Inmovilidad de formas, y que se haga refractaria a la adopción de formas? 
10. Para cambiar algo exterior, debe salir del interior, así los cambios interiores repercuten en lo exterior. Así la Iglesia halla su renaciente juventud, en la actitud de obedecer a Cristo. Explica esto junto con lo escrito en el tema: “He ahí el secreto de su renovación” “esa es su metanoia (del griego “meta”, lo que está más allá, en lo alto y “noia”, viraje, cambio, conversión, esto es, hacer que en adelante nuestras aspiraciones y deseos miren hacia arriba, a las cosas santas, limpias de pecado, una conversión radical, una transformación profunda de la mente y del corazón a Dios) “ese su ejercicio de perfección”.

Segundo—tiempo

11. “Autenticidad cristiana”, “Regeneración espiritual”, renovación moral. ¿Cómo nuestra Madre, la Virgen María nos da ejemplo de ello a los miembros de nuestra Obra? 
12. Explica: “Así como la Iglesia no hace de misericordia —que la divina bondad le ha concedido— un privilegio exclusivo, no hace de la propia fortuna un motivo para desinteresarse de quien no lo ha conseguido”. 
13. ¿Porque inspiró Dios a nuestra Obra su carisma especifico? ¿Qué desea de ella? ¿De su misión que la trasciende y de su anuncio que debe difundir? 
14. No es sólo custodiar o defender la escencia de la Iglesia, sino también su difusión y consagración de ofrecimiento al supremo mandato, al anuncio. Explica esto pero en cuanto a nuestra Obra. 
15. “Con el ansia de la hora oportuna, con el sentido del valor del tiempo” Es la entrega de amor, sin límites, sin cálculos, sin diferirlo para mañana, oportuna y cotidiano (cada día). Explícalo como hijo(@) de la Iglesia y como miembro de nuestra Obra. 
16. El dialogo: saber escuchar y hablar menos, es también labor apostólica. Explica “El clima del dialogo es el servicio” y “el arte del apostolado es arriesgado”. 
17. “Conoce sus debilidades y límites, pero también que la buena acogida no depende tanto de nuestro esfuerzo apostólico o por alguna circunstancia temporal favorable”. Esto podrá parecer desalentador, o llevarnos a la conformidad o indiferencia. Explica porque es todo lo contrario.
18. “Yo tengo lo que os falta” “Pues bien sabe que semilla, fermento y sal y luz del mundo” ¿Cómo relacionas esto con nuestra Obra? 
19. ¿Por qué S.S. Paulo VI manifiesta que “La Iglesia vive más que nunca”? 
20. “Cómo si todo estuviera por empezar, comienza hoy el trabajo y no acaba nunca”. Esto aplica también a nuestra labor de formación personal y comunitaria. Explica esto.

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Ayudar a mi comunidad por medio de la Escuela de Pastoral. Hija, Esposa, Hermana, Amiga, soy muy cariñosa, suelo ser en ocaciones protectora, imaginativa e intuitiva, cautelosa cuando hace falta. Me gusta estar en casa, ir al campo, en general la vida familiar y la convivencia con los amigos.